“… séase lo mas imparcial posible; acérquese uno a las cosas como si el mundo acabara de ser creado; no se reflexione sobre una cosa hasta matarla, sino déjese aunque cuidadosamente, que se desenvuelva en libertad. Séase sencillo, no mezquino (¡sencillez es una gran palabra!).
Séase antes primitivo que retorcido o ampuloso; no se sea sentimental, pero téngase, en cambio, espíritu. Con ello se ha dicho todo y nada.
Adelante: pártase de lo elemental. Y ¿que quiere decir eso?... pártase del punto, de la línea, de la simple superficie, y pártase del cuerpo. Pártase del color simple, tal como lo hallamos: rojo, azul, amarillo y negro, blanco, gris. Pártase del material, nótese las diferencias de calidad de materiales como vidrio, metal, madera, etc., y asimíleselas en lo más íntimo. Pártase del espacio, de su ley y secreto, y déjese uno embrujar por ellos. Con esto se ha dicho, otra vez, mucho y, también otra vez, nada.
En tanto que estas palabras no se hayan sentido y consumado. Pártase del estado del cuerpo humano, del existir, del estar en pie, del andar. Y finalmente, del saltar y el bailar. Porque, en efecto, dar un paso es un enorme acontecimiento, y no menos lo es levantar una mano, mover un dedo. Téngase tanto respeto como reverencia ante cada acción del cuerpo humano, y sobre todo, en la escena, ese mundo peculiar de la vida, de la apariencia, esa segunda realidad en la que todo se halla envuelto en el resplandor de lo mágico.


Oscar Schlemmer mayo 1929

(el espacio segun borges)

Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.